domingo, 3 de marzo de 2013

Dos siglos de independencia: mestizaje, sincretismo e identidad en los Andes peruanos*


Santos Salvador Blanco Muñoz** 
(Universidad Nacional Daniel Alcides Carrión)


Resumen: El artículo deslinda conceptos básicos: mestizaje, sincretismo cultural, hibridación e identidad. Cada cual cumple su función en el estudio e interpretación histórica y cultural de los pueblos en los Andes. Sustenta que el mestizaje biológico y socio-cultural que se inició a partir de 1532, se extendió a todo el periodo colonial y parte de la República. El sincretismo cultural surge simultáneamente de la convergencia y configuración de nuevos modelos culturales mestizos, construidos en base a las vertientes culturales asentadas en los Andes. El proceso sincrético ha ido disminuyendo su intensidad dando paso al fenómeno de hibridación cultural con el advenimiento de la modernidad y posmodernidad. Sin embargo, promueve la configuración de nuevas estructuras teóricas de objetos y prácticas, unos con capacidad reproductiva, otros con fase final. Todos ellos son vehículos que proporcionan los rasgos de identidad regional, nacional o latinoamericana.

Palabras clave: mestizaje, sincretismo, hibridación, identidad, indígena, hispano, afroperuano

Abstract: The article disclaims basic concepts: mestizaje (mixture), cultural syncretism, hybridization and identity. Each plays its role in the historical and cultural study and interpretation of peoples in the Andes. It states that biological and socio-cultural mestizaje that started in 1532, was extended throughout the colonial and part of the Republic periodo Cultural syncretism arises both from the convergence and forrnation of new mestizo cultural models, based on the cultural aspects typical of the Andes. The syncretic process has decreased its intensity making way for the phenomenon of cultural hybridization with the beginning of modernity and post modernity. However, it promotes the formation of new theoretical structures 01" objects and practices, some with reproductive capacity and others that may disappear. AII of them are vehicles that provide the features of regional, national or Latin American identity.

Key words: mestizaje (mixture), syncretism, hybridization, identity, indigenous, Hispanic, Afro-Peruvian

 El mestizaje y su tiempo

La primera mestiza noble más visible de la historia es doña Francisca Pizarro Yupanqui (1534-1598), hija de Inés Huaylas Yupanqui[1] (Temple Aguilar, 2009: 94), y de Francisco Pizarro, que vivió desde temprana edad en España. Otro paradigma mestizo es el Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616) considerado como el "Príncipe de los escritores del nuevo mundo", cronista y primer peruano ilustre. Él es consciente de su condición social y étnica, porque  los plasmó fidedignamente en sus sentimientos:

a los hijos de español y de india o de indio y española, nos llaman mestizos por decir que somos mezclados de ambas naciones; fue impuesto por los primeros españoles que tuvieron hijos en indias, y por ser nombre impuesto por nuestros padres y por su significación, me lo llamo yo a boca llena, y me honro con él. Aunque en indias si a uno de ellos le dicen sois un mestizo, lo toman por menosprecio. (Inca Garcilaso, 2008: 626)

El mestizo, biológica y cultural mente es sin duda un producto intermedio, guarda recuerdos y nostalgias de dos mundos, pero a la vez se siente dueño de un mundo cultural más grande, más universal. La mayoría de ellos no fueron aceptados en la línea paterna, pero generalmente recibieron el calor familiar de la parte materna, no obstante esta condescendencia, sintiéronse hijos adoptivos. Esta realidad los llevó a proclamarse mestizos y significó el nacimiento de una nueva identidad.

Los sentimientos y expresiones de los mestizos se extendieron a lo largo y ancho de los andes peruanos y a los confines de América Latina. Inicialmente el mestizaje fue cruzamiento biológico y cultural de los blancos españoles con indígenas cobrizos, pero la fuerte presencia de negros africanos[2] amplió la mezcla de razas y culturas en los Andes. Así blancos, indígenas, negros y más tarde los inmigrantes orientales formaron parte de este gran evento universal que le sucedió al hombre sobre la faz de la Tierra en el siglo XVI. Fue un proceso que se asoció al modo de vida y a las relaciones sociales de producción imperantes y al avance tecnológico que nos generó esta primera globalización del mundo. Pigmentos, colores y matices muy bellos, no sólo se mezclaron en la parte biológica, sino también en la cultura, hasta llegar a ser muy difícil el identificarlo, de una mitad se pasó a los tres cuartos   y de allí al todo. Este nuevo ente, sin ser criollo o indígena, se siente dueño y heredero del nuevo continente. No cabe duda de que sus parientes más cercanos son blancos europeos o indígenas cobrizos o negros africanos o amarillos orientales. Por ello, el literato peruano José María Arguedas hablaba mucho de un Perú de todas las sangres. El Padre Gustavo Gutiérrez así lo asevera: "Arguedas es el escritor de los encuentros y desencuentros de todas las razas, de todas las lenguas y de «todas las patrias» del Perú" (2003: 2).

El mestizo del siglo XVI experimentó más de cerca lo que significa la exclusión, porque  ser un hijo bastardo no era una condición para sentirse bien. Esta marginación se mantuvo durante la dominación colonial y parte del periodo republicano. La emancipación y la república tampoco se liberaron del fenómeno de mestizaje. A la luz de estos hechos nos detenemos en Bolívar porque él fundamentó con lucidez el pensamiento criollo y su compromiso con las clases sociales y etnias de la América del siglo XIX. En su célebre Discurso de Angostura, el15 de febrero de 1819, sentó las premisas fundamentales de su visión democrática:

Nosotros ni aun conservamos los vestigios de lo que fue en otro tiempo; no somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de mantenernos en el país que nos vio nacer, contra la oposición de los invasores; así nuestro caso es el más extraordinario y complicado. (Bolívar, 1975: 219)

Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y de América, que una emanación de Europa; pues que hasta España misma deja de ser Europea por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter. Es imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos. La mayor parte del indígena se ha aniquilado, el europeo se ha mezclado con el americano y con el africano, y éste se ha mezclado con el indio y con el europeo. Nacidos todos del seno de una misma madre, nuestros padres diferentes en origen y en sangre, son extranjeros, y todos difieren visiblemente en la epidermis; esta desemejanza trae un reato de la mayor trascendencia. (Bolívar, 1975: 226-227)

El pensamiento de Bolívar, sin duda grafica claramente el encuentro cultural de estos dos mundos al expresar: "no somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles". Va más allá del pensamiento conservador, dotándole de una dosis liberal, universalizando el sentimiento y la conciencia emancipadora americana. Es difícil saber si sus expresiones fueron dichas por convicción o por estrategia, sin embargo, sus más cercanos aliados fueron los criollos, mestizos y la población indígena, proyecto al que se sumó la solidaridad continental y de otras latitudes. Sin el apoyo de los indígenas y la cooperación internacional no se habría logrado la victoria de las batallas de Junín y Ayacucho.

El problema étnico en los Andes siempre estuvo asociado al problema social y económico, caracterizado por un largo periodo semifeudal y semicolonial republicano. La fuerza de trabajo de los esclavos negros fue sustituida por los culies chinos en las haciendas de la costa peruana.

Las comunidades indígenas a partir de 1950, después de haber soportado siglos de explotación y dominación, organizaron grandes movilizaciones por la recuperación de sus tierras,  movimientos que fueron creciendo a partir de 1960. Pero fue el 3 de octubre de 1968 que marcó el final de las haciendas[3] y con ello la abolición de la servidumbre. Se liberan los campesinos siervos y pongos [4] de las ataduras sujetas a las garras del gamonalísrno[5] imperante durante la República.

El mestizaje iniciado en la Conquista, se intensificó durante el periodo colonial, extendiéndose en todos los Andes y América Latina. Paralelamente se fue generando un profundo sincretismo cultural, proceso que fue más intenso en las comunidades que en el seno de las haciendas. De modo que durante la emancipación, el alma del nuevo Perú radicaba en las comunidades indígenas, más que en el siervo de las haciendas. Los criollos, fuerza dirigente del movimiento, conformado por hacendados, funcionarios y escasamente empresarios, fue el sector ilustrado, con más oportunidades de beber los nuevos conocimientos europeos y que siempre se vio contagiado de las bondades que ofrecía el régimen capitalista. Hicieron interesantes trabajos intelectuales, científicos y tecnológicos que han servido para configurar la base teórica de la actual nación peruana.

Después de 200 años de la Independencia Nacional no se ha podido encontrar a una comunidad indígena en los Andes que no posea una cantera de nombres quechuas, hispanos o yuxtapuestos como "San Pedro de Yanahuanca", "San Antonio de Rancas", "Santa Ana de Tusi". Algo paradójico ocurre con los nombres de las personas, es escaso encontrar un nombre quechua o aymara de varones y mujeres, la mayoría son de origen hispano. Es difícil encontrar una comunidad sólo con apellidos quechuas, aimaras o españoles. Siempre en su seno hay un Surichaqui, Mamani, Poma o un Cóndor; pero también un García, Cieza, Rivera o Pizarro, sin que entre ellos se manifieste discriminación de ninguna clase.

Hoy, en los Andes, los sentimientos encontrados van superándose gracias al sincretismo cultural y al proceso de hibridación moderno. Este fenómeno está conduciendo a los pueblos de los Andes a encontrarse consigo mismos y reconocer que su futuro está en sus manos, que están abriendo el camino a un país emergente. En consecuencia, somos una alternativa sociocultural. Por lo tanto, el sincretismo no es un acto que obligue a abandonar sus expresiones culturales antiguas para adoptar una nueva. Es un largo proceso histórico convergente que al fin encuentra su propio camino.

Arguedas[6] que hablaba correctamente el Runa Simi (el idioma de los incas, mal denominado quechua), manifestaba no ser un aculturado, a pesar de su condición social diferente, porque desde su infancia tuvo el cariño y el amor de los indígenas. Heredó de ellos el lenguaje florido de los Andes. Sin embargo, este hecho no le quitó su condición de ser un mestizo. En los Andes las viejas contradicciones de carácter sociocultural han sido superadas y renovadas por otras, propias del modo de producción burgués actual. Este cambio nos lleva a sostener que el proceso cultural e histórico del Perú y América Latina se encamina por una nueva senda de síntesis.

Nuestra historia prehispánica ha experimentado procesos de análisis y síntesis, de convergencia y diversidad, a través de culturas regionales, para luego converger en una formación pamperuana[7]. De modo que los incas, en su momento histórico, representaron un periodo de síntesis cultural. Toda esta lógica fue trastocada en la Conquista, pero con la Independencia Nacional se presenta la nueva ocasión de síntesis, aunque sus elementos de identidad fueron débiles, porque la base económica permanecía aferrada a la formación económico-social feudal. Se atacaba al colonialismo, pero se dejaban intactas las relaciones sociales de servidumbre. 

Sincretismo cultural como unión y convivencia de los pueblos

El término "sincretismo" en su vieja acepción hace referencia a la mezcla, fusión o superposición de creencias de distintas procedencias. También es utilizado por los antropólogos para indicar la reinterpretación de una forma cultural exterior, adaptándose a sus tipos de significados, sin que pierda la función esencial que tenía antes (Ander-Egg, 1987: 296). El  sincretismo desde nuestra perspectiva expresa el movimiento sociocultural de convivencia y configuración en torno a los patrones de identidad que fortalecen y revitalizan a un grupo étnico, comunidad o nacionalidad en los Andes. Viabiliza el proceso de síntesis socio-cultural, producto del intenso mestizaje en las colonias latinoamericanas. Estos actos de interacción sociocultural espontánea se dieron con mayor intensidad a fines de la Colonia e inicios del periodo republicano. Las vertientes indígena, hispana y africana se mezclan y se transforman surgiendo como resultado un elemento cultural nuevo, el cual es aceptado como suyo por las comunidades y luego institucionalizado.

Sincretismo en la música y danzas andinas

Las comunidades del valle del Mantaro gozaron de un privilegio debido a la alianza pactada con los españoles (Epinoza Soriano, 1981: 55, 185). Allí se dio el mestizaje y sincretismo cultural de forma natural y espontánea. Hoy las danzas, que a menudo se ven en las fiestas patronales, son la clara expresión del sincretismo cultural, aquí lo andino y lo hispano se constituyen en el componente nítido de identidad. Los instrumentos musicales en su mayoría son de procedencia europea: arpa, saxo, trompeta, clarinete, bajo, tambor, bombo y otros. Hacen gala de una armonía musical, con versos y melodías de cada pueblo. En la vestimenta y coreografía de los danzantes, (hombres y mujeres), sobresalen las figuras y motivos iconográficos de lo prehispánico, lo hispánico y africano, por supuesto de acuerdo con la naturaleza de las danzas. Este nuevo producto es el resumen de las diferentes vertientes culturales, que lograron su configuración en el siglo XIX y XX. Es así como a lo largo y ancho de los Andes se bailan con algarabía y regocijo carnavales, tunantadas, huaynos, huaylash, pasacalles, chuscadas, chimaychas, rnorenada, marineras, vals y landós[8], de entre los muchos que existen. De modo que las danzas, la música y las propias fiestas patronales de los pueblos del Ande se han convertido en los vehículos de popularización de los rasgos de identidad mestiza. Estas prácticas festivas y costumbristas son las manifestaciones más activas del sincretismo cultural en los Andes.

Mestizaje y sincretismo en la cocina peruana

La gastronomía peruana es otro de los rasgos del sincretismo cultural. La variedad de platos peruanos se enriquece por la diversidad de productos con que cuenta el Perú, gracias a la civilización andina prehispánica, ya que desde tiempos muy tempranos supieron aprovechar los pisos ecológicos en los Andes, porque suelo yagua es lo que menos falta en los valles interandinos. En consecuencia, la experiencia culinaria prehispánica se junta a la experiencia culinaria de procedencia hispánica, africana y oriental.

Influencia hispano-árabe

Los conquistadores reclutaron a muchas mujeres expertas, descendientes de moros, para que se dedicaran a la cocina. La misma España no se liberó de las destrezas culinarias de influencia árabe: escabeche, estofado, antícucho[9], cebíche[10] y alfajor. Pero también el sello español se encuentra en el lechón peruano (asemejándose mucho al cochinillo segoviano) y en el chicharrón de cerdo, muy apetecido en todo el Perú.

Influencia afroperuana

Como lo dice Jorge Brignole (2009), el negro esclavo contribuyó con su color, sabor y ritmo. De sus manos sobresalen el tamal, la chanfainita, la morcilla, el choncholí, la carapulcra, el tacu-tacu, el cau-cau y el inigualable anticucho y una variedad de postres: el frejol colado, churros, el turrón de doña pepa, la mazamorra morada, arroz zambito y otros.

Martha Ojeda (2003: 7) enfatiza que la cultura afroperuana ha contribuido enormemente en todos los aspectos culturales del país. Se pueden encontrar rastros de dicha cultura en el habla, la música, la religión y el arte culinario. La inmigración africana se acrecentó durante el siglo XVIII, llegando a tener una presencia significativa en el Perú y Latinoamérica.

Sus aportes forman parte de los rasgos de identidad de la nación peruana. La cocina afro- peruana mantuvo su sello de clase. Su condición de esclavos y desarraigo del suelo africano hizo que se alejaran de sus costumbres culinarias nativas, siendo obligados a sobrevivir en condiciones sociales extremas. Pero supieron con inteligencia adaptarse a la pobreza y es- tuvieron dispuestos a incorporar a su dieta alimenticia los recursos de medio. Aprovecharon las vísceras de los animales beneficiados que no eran requeridos por la nobleza sin verse desmerecidos, le dieron gusto y sabor y hoy son de consumo normal no sólo en la comunidad afroperuana sino en toda la población peruana. Muchos esclavos negros se ubicaron en los servicios de las casas-haciendas, allí nacieron otros pasos interactivos de sincretismo cultural aprendiendo y enseñando cosas nuevas, pero el lado de mayor dinamismo culinario se dio en el interior de las comunidades afroperuanas, que se nutrió de las experiencias culinarias indígenas e hispanas.

Influencia indígena

Entre los aportes culinarios de raíz indígena en los Andes destacan: la pachamanca, el cuy frito y sus variantes (picantes de cuy, cuy colorado, cuy chactado), el tamal[11], el caldo de cabeza, el charquicán, la caya, el chuno. Son potajes que se van abriendo fronteras como parte originaria de la cocina tradicional peruana.

Influencia oriental[12]

No podemos dejar de mencionar los aportes de la cocina oriental: peruanochina, perunojaponesa (nikkei) y coreana. De ellas cobra singular importancia la cocina china, los ingredientes que los chinos encontraron en el Perú eran diferentes a los de su país de origen, optando por adaptarlos a su cultura, generando un mestizaje y sincretismo con los ingredientes que posee el Perú. Uno de ellos, muy popular, es el arroz chaufa, lomo saltado y la sopa wantán, wantán frito, tallarín saltado y el té[13]. Se estima que las fondas[14] chinas a partir de 1920 adoptaron el nombre de "chifas"[15]. De modo que la comida china en todas sus variedades y estilos se ha convertido en uno de los aportes más valiosos a la cocina peruana de hoy (Peschiera, 2004: 6). Así, la gastronomía peruano-oriental es tan variada y rica, producto del largo sincretismo cultural vivido y practicado en el Perú.

Sostenemos que la gastronomía peruana empieza firmemente a conquistar los paladares del mundo, constituyéndose en otro de los rasgos esenciales de identidad nacional.

Artesanía peruana y sincretismo cultural

La artesanía peruana es también otra muestra de identidad, producto del sincretismo cultural andino. Se expresa en la variedad de tejidos cusqueños y puneños de variados motivos iconográficos con temas históricos y costumbristas de la región. De igual modo, cobran singular importancia los retablos ayacuchanos, los tejidos de San Pedro de Cajas en Junín. Las esculturas, los burilados y la platería del valle del Mantaro (San Jerónimo de Tunán), las litoesculturas y cerámica cajamarquina, los trabajos de filigrana de cobre de Cerro de Pasco, los finos trabajos de cerámica y de madera de Catacaos y Chulucanas en Piura.

Cada motivo iconográfico, cada color, reflejan no sólo la presencia de un profundo mestizaje cultural andino-hispano, sino que además en cada muestra exhiben un valor agregado, una fusión de culturas, ideologías y destreza que son producto del sincretismo cultural, de singular belleza y originalidad. Estas manifestaciones son también rasgos de identidad cultural de cada pueblo o región de los Andes.

El sincretismo como fenómeno sociocultural que nutre y desarrolla la cultura en general, convoca y concentra elementos de las diferentes vertientes, los entremezcla en una sola forma, dotándola de nuevos sellos de identidad. Concluimos que el sincretismo es el vehículo facilitador de nuevos aprendizajes, es la innovación permanente de los elementos culturales en torno a una nacionalidad o nación. El mestizaje con el sincretismo cobra vida, se moviliza asociándose y formando identidades pequeñas, que luego se van ampliando a nivel regional y nacional (Villalobos, 2006: 403).

Hibridación cultural

Si la hibridación es un proceso sociocultural basado en estructuras o prácticas discretas, que existían de forma separada y se combinan para generar nuevas estructuras, objetos y prácticas, estamos entonces frente a un proceso de análisis y síntesis sociocultural. Es el salto cualitativo de un modelo o paradigma hacia otro, superior y diferente pudiendo ser estructura, objeto o práctica. Se trata de una nueva síntesis. Esta configuración es un nuevo producto híbrido que se desprende de la hibridación. Es el acto interactivo general, espontáneo y que busca afinidades para su configuración en un fenómeno sincrético.

Los estudios de híbridos en las ciencias naturales abundan, siendo notables las experiencias de Mendel sobre los híbridos del guisante que fueron publicados en 1866, con él, el concepto de hibridación alcanzó el soporte científico (Jenkins, 1986: 3-8)[16].

También en los campos de las ciencias sociales e históricas tiene aplicabilidad, pero les otorgamos poca importancia. Muchos modelos sociopolíticos son productos híbridos, de igual modo, existen prototipos tecnológicos, proyectos, constructos que inicialmente surgen como productos híbridos. De modo que estos nuevos modelos o paradigmas que emergieron poseen hibridez en la actualidad. Podemos estar al frente de unos modelos reproductivos y no estériles, sin embargo, ello depende de la naturaleza de cada objeto o práctica social.

Desde la perspectiva biológica se llama híbrido al animal o al vegetal procreado por cruzamiento de dos o más individuos de distinta especie o raza. En los fenómenos socioculturales el proceso de hibridación es más complicado en la configuración de una estructura o modelo cultural, ya que pueden confluir más de dos elementos. Nos interesan aquellos que no rompan la cadena evolutiva, de negación de la negación y de cambios cuantitativos a cualitativos. Concordantes con el desarrollo científico, tecnológico y sociocultural del mundo.

La hibridación cultural es un fenómeno sociocultural más específico que logra su configuración convirtiéndose en una alternativa de innovación o renovación de estructuras añejas. Los nuevos elementos híbridos se muestran más radicales sobre sus progenitores. Generalmente se interceptan con productos de las tecnologías avanzadas y procesos sociales modernos o posmodernos.

Para García Canclini la hibridación, si bien es un vocablo de significaciones discordantes, puede ser un término de mucha utilidad para expresar procesos interculturales actuales y nuevos productos socioculturales como resultado de esa interrelación: llamados procesos de hibridación sociocultural (Bolívar Vallejo (2007: 179). Los resultados de la hibridación, los nuevos modelos reproductivos son desde ya los nuevos elementos de identidad de estos últimos tiempos.

¿Cómo funciona la hibridación? Son configuraciones que ocurren en el interior de un proceso histórico social de forma planeada o espontánea. Son resultados de procesos globalizadores, tecnológicos, económico y comunicacionales. Pero a menudo la hibridación surge de la creatividad individual y colectiva. No sólo en las artes, sino en la vida cotidiana y en el desarrollo tecnológico. Se busca reconvertir un conjunto de fenómenos sociales, saberes, técnicas y expresiones artísticas para reinsertarlo en nuevas condiciones de producción y mercado.

Identidad

Creo que el punto de partida es resolver las interrogantes: ¿quiénes somos y a dónde caminamos? Somos latinoamericanos, somos una síntesis, un producto culturalmente nuevo, construido en base a la fusión de los elementos indígenas, hispanos y africanos. El mestizaje y el proceso sincrético han llegado a su tope. Cada vez es más difícil identificar quién es indígena, español o africano, los pigmentos se han ido fusionando. Estamos destinados a tener las mujeres más bellas del planeta, producto de ese intenso mestizaje. El hombre andino de hoy es diferente al hombre andino de ayer: el de hoy se vislumbra como un empresario, intelectual, científico, artista o un luchador social con las mismas capacidades que un europeo, un oriental o un africano. Hoy nadie mira con indiferencia o desprecio si se baila una marinera, un huaylash, un sicuri, una morenada o un landó. Son motivos de concentración y esparcimiento de nacionales y extranjeros. De modo que "el conjunto de valores, tradiciones, símbolos, creencias y modos de comportamiento funcionan como elementos cohesionadores dentro de un grupo social o étnico que actúan como sustrato para fundamentar el sentimiento de pertenencia a nivel local, regional, nacional y latinoamericano.

Debemos asumir que no existen identidades puras, sino sincréticas, mestizas de modo que sus creencias, valores, cosmovisión y modo de comportamiento viene desde lo más profundo de los Andes, cada región tiene sus rasgos cohesionadores, que no son barreras para su desarrollo. En algunos casos el elemento indígena es su base y el elemento hispano o africano su forma, como es el caso de la cultura quechua y aimara. En otros casos es el  elemento hispano o africano su base y su forma es indígena. De modo que el patrimonio histórico-cultural actual no pertenece sólo a quechuas, aimaras o hispanos, es de todos.

A estas alturas del proceso histórico-social en los Andes peruanos disminuye la probabilidad de que encontremos indígenas de pura sangre y de culturas nativas puras, salvo algunas comunidades nativas amazónicas. Dentro de esta perspectiva analítica, hasta el concepto de "indígena" va mutándose, se va mestizando. Así, los elementos de identidad durante la independencia fueron distintos a los de la conquista y los elementos de identidad después de estos doscientos años es radicalmente diferente a los dos fenómenos anteriores.

Debemos indicar que existen muchos términos relacionados con la identidad: étnica, cultural, nacional, indígena, criolla, mestiza, etc. Todas ellas no son posibles de desarrollar y explicar fuera de la identidad cultural, tampoco es posible su adecuada interpretación fuera de la matriz económica y social. Las policromías de las danzas, la variedad de comidas, bebidas, expresiones artísticas y artesanía son verdaderas muestras de identidad de los pueblos andinos y latinoamericanos.

¿Están desapareciendo las culturas indígena e hispana? Es algo que tenemos que aceptar como fenómeno propio de la evolución de las sociedades del mundo. No cabe duda de que nos alejamos cada vez más de nuestras vertientes originarias, nativas e hispánicas. Tal vez España misma esté experimentado este fenómeno sociocultural, y hoy sólo quede en el recuerdo y en sus evidencias arqueológicas. Tal vez el mundo de Cervantes permanezca dormido en los Andes. Muchas expresiones culturales hispánicas existen todavía en los Andes peruanos. Me vienen a la cabeza palabras que solían decir mis abuelos, como "juesucristo", "mesmo", "apriesa" "rompido", "dejuro" y muchos otros repertorios que debemos inventariar. De igual modo, en el Perú no existe un sólo patrón lingüístico quechua o runasimi, son variantes dialectales que existen en todo los Andes, algunas entendibles entre ellas y otras no. Cada vez más se acortan las fronteras de cada expresión lingüística. Pero lo que permanece y vivirá a través del tiempo son las toponimias quechuas, mestizas o yuxtapuestas. El segundo tronco lingüístico andino fue el Arú, de él provienen el aymara (altiplano peruano boliviano) y el cauqui en la sierra de Lima.

Cada vez nos distanciamos de nuestras culturas ancestrales y estamos más en contacto con el mundo moderno o postmoderno. Esto es natural, estamos frente a un sinnúmero de procesos de hibridación que se dan al margen de nuestra voluntad y que rebasarán a quien quiera oponerse. Lo correcto es que tengamos organizado un sistema de conservación latinoamericana y mundial de protección de nuestro patrimonio cultural. No solo material sino de la cultura viva de raíz nativa y mestiza que deben ser incorporados como rasgos de identidad, hasta convertirlos en nuestro sello o marca. Tampoco podemos enfrentarnos a los avances científicos y tecnológicos de la modernidad ni al surgimiento de procesos híbridos. Pero sí, éstas pueden estar sujetos al análisis, a la crítica para que exista deslinde y valoración de los nuevos modelos.

¿Crisis de identidad?

El problema de la crisis de identidad es un fenómeno histórico universal. Los pueblos fueron sometidos bajo la guerra, los vencidos siempre fueron subyugados política, social y cultural mente. Así se experimentó en Grecia, Roma, China, India y en otras latitudes. Lo mismo ocurrió con los pueblos y culturas autóctonas de América. Antes de que llegaran los españoles las nacionalidades y Estados regionales en los Andes estaban experimentando el despojo cultural por los Incas, muchos de ellos se sentían desarraigados de su cultura y de sus etnias, sentían perder su identidad. No a todas las nacionalidades o estados regionales de los Andes les gustaba pertenecer a la élite cusqueña, es el caso de los reinos Huancas, Yaros, Chachapoyas, Mochicas, Bracamoros, entre otros. Pero no podemos quitarle mérito a Tahuantinsuyo, gobernado por los Incas, que representa la última síntesis cultural prehispánica en los Andes y el aporte más extraordinario al mundo. Aclaramos que el Tahuantinsuyo como imperio no tuvo un carácter socialista, fue un imperio colonizador y sujeto a un régimen de explotación, de dominio sobre los Estados y nacionalidades regionales. Creo que se ha idealizado mucho al Tahuantinsuyo, hasta convertirlo en un modelo utópico, acrecentado por la visión del Inca Garcilaso y de Túpac Amaru que se inspiró en el modelo andino. La invasión, como dicen algunos, o Conquista del Perú, emprendió una empresa más militar, religiosa y política que económica, ella generó un momento de crisis de identidad.

El mestizo y el criollo fueron los primeros que experimentaron la ausencia del sentido de pertenencia. Es compresible tanto en los indígenas como en los españoles. Pero la historia se encaminó hacia una nueva alternativa, latinoamericana, sujeta a un proyecto común como fue la Independencia hispanoamericana, liderada por criollos y mestizos. Es lógico que el propio indígena no pueda evadir el fenómeno sincrético, de asimilación de los elementos culturales de ambas partes, sin que ello signifique obligación o aculturación. Es una dinámica sociocultural natural. Si en el proceso de independencia confluyeron dos fuerzas sociales, con perspectivas sociopolíticas diferentes: los criollos cuyo modelo está inspirado en los principios de la Constitución Norteamericana, y en los logros sociopolíticos de la Revolución Francesa, ambos modelos estuvieron liderados por una burguesía revolucionaria de su época. Sin embargo, como dice José Carlos Mariátegui: "La revolución encontró al Perú retrasado en la formación de su burguesía. Los elementos de una economía capitalista eran en nuestro país más embrionarios que en otros países de América donde la revolución contó con una burguesía menos larvada, menos incipiente" (2005: 69). Pero, sensible a los principios liberales de Europa y Norteamérica, ideal que se manifestaba ya en la "Carta dirigida a los españoles americanos" escrita por Juan Pablo Viscardo y Guzmán (1792) en la que manifiesta: "El Nuevo Mundo es nuestra patria, su historia es la nuestra, y en ello es que debemos examinar nuestra situación presente para terminarnos, por ella, a tomar el partido necesario a la conservación de nuestros derechos propios, y de nuestros sucesores" [ ... ] "sea tan uniforme y tan notoria, que se podría reducir a estas cuatro palabras, ingratitud, injusticia, servidumbre y desolación" (Viscardo y Guzmán, 2004: 73).

El pensamiento de Bolívar expresado en el Discurso de Angostura y otros escritos mantienen esta línea programática, tomando parte más por la tendencia jacobina. Sin embargo, en el proyecto mestizo, sintetizado en los Comentarios reales de Los Incas, el Inca Garcilaso es el modelo integrador más de indios y mestizos que de criollos. Es clara la crisis de identidad tanto en Bolívar como en Garcilaso. Hoy, al borde de los doscientos años, creo firmemente que la crisis de identidad ha sido superada. Los Andes y el espacio latinoamericano son hoy el lugar de la convivencia de una población predominantemente mestiza.

Nos atrevemos a sostener que el componente criollo ha migrado a la alternativa mestiza. De igual modo, nativo o runa de pura sangre y de cultura autóctona pura tampoco existe, está casi culminando el proceso de mestizaje. Pero no nos encamina cultural mente a ser un producto confuso, sino a un modelo nuevo, a una cultura mestiza, síntesis, que a pesar de sus diferencias, nos congrega en una alternativa madura en el mundo. La cultura andina, va afianzado su sentido de pertenencia, y se siente orgullosa de nutrirse de nuevos valores culturales a través de su largo proceso histórico. Nos abre las puertas al progreso, a la estabilidad sociocultural y económica. De modo que podemos afirmar que somos la síntesis racial y cultural más importante de la historia universal. La identidad es un soporte más para la acción, aunque conseguir una mejor calidad de vida y superar la brecha de diferenciación social sean su mayor reto.

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** Santos S. Blanco Muñoz, autor del artículo, es Past Rector de la Universidad Nacional Daniel Alcides Carrión, doctorado en Educación. Su producción intelectual se extiende en las líneas de historia, filosofía, ecología, turismo, pensamiento educativo, metodología de la investigación educacional, y trabajos en poesía y narrativa peruana. “Dos Siglos de Independencia: Mestizaje, Sincretismo e Identidad en los Andes Peruanos”, forma parte de sus conferencias disertadas en importantes universidades de España, en las que siempre destacó la importancia y trascendencia de la cultura peruana, especialmente los aportes de la cultura andina en el mundo.


* Este artículo fue publicado en el libro «América Latina: dos siglos de Independencia. Fracturas sociales, políticas y culturales». Editado por el Instituto de Estudios Ibéricos e Iberoamericanos de la Universidad de Varsovia y el Museo de Historia del Movimiento Popular Polaco. Varsovia, (Polonia), 2010.
[1] Hija del inca Huayna Cápac aposentada en el valle del Mantaro.
[2] Los esclavos negros que llegaron al Perú procedían de: Angola, el Congo, Guinea, Senegal, Sierra Leona, Togos, Santo Tomé, Mozambique y Nigeria (Cajavilca Navarro, 1995: 63).
[3] El 24 de junio de 1969 se promulgó el Decreto Ley .0 17716 de Reforma Agraria en el Perú.
[4] Pongo, palabra quechua que designa al sirviente doméstico, especialmente niños. Esta categoría social se desarrolló durante la época colonial y gran parte de la República, las condiciones de vida y de trabajo estaban sujetas al régimen de servidumbre feudal y semifeudal en los Andes.
[5] Régimen de explotación terrateniente sobre los campesinos indígenas y de despojo amañado de las tierras comunales con el amparo del poder político regional y nacional.
[6] José María Arguedas Altamirano (n. Andahuaylas, 18 de enero de 1911 - m. Lima, 2 de diciembre de 1969), fue un escritor, antropólogo y etnólogo peruano. Como escritor es autor de novelas y cuentos. Está considerado como uno de los representantes de la corriente indigenista en el Perú, posición que adoptó a pesar de ser mestizo.
[7] Se refiere a una gran expansión cultural y territorial en los Andes.
[8] Danza angoleña de ceremonia nupcial traída por los esclavos negros al Perú.
[9] Existen también evidencias árabes en la península ibérica, traídas al Perú, siendo asimiladas a la práctica culinaria afroperuana.
[10] El historiador Juan José Vega encuentra el origen de nuestro seviche en la palabra árabe sibeche -que es con la que se designa a la comida ácida- y relata cómo las mujeres moriscas que fueron tomadas como botín de guerra por los Reyes Católicos en Granada y que después llegaron al Perú acompañando a las huestes de Pizarro, agregaban zumo de naranjas agrias primero y después jugo de limón al pescado crudo con ají y algas que preparaban los peruanos prehispánicos.
[11] La palabra tamal vino de México y fue traída por los españoles (Rodríguez Pastor, 2002: 9-22).
[12] La presencia de la población de ancestros asiáticos en el Perú obedece a las grandes migraciones al continente americano que se produjeron en los siglos XIX y XX (Amella Morimoto, 2003: 9).
[13] El consumo de té en el Perú no está vinculado con los asiáticos. El interés por esta bebida no nació con la presencia de los chinos, sino que está relacionado con las costumbres inglesas de beber té a las cinco de la tarde. Se produjo un reaprendizaje de su consumo que está relacionado con la concurrencia al chifa (Rodríguez Pastor, 2003: 125).
[14] Humberto Rodríguez Pastor (2003: 125) señala que la trasmisión de los sabores, olores y textura de la gastronomía ha sido a través de las fondas, pequeños restaurantes populares que empezaron a funcionar desde el siglo XIX.
[15] Chifa proviene del chino cantonés chifán, que significa "comer arroz". Actualmente el término está muy generalizado en Perú y se utiliza como sinónimo de restaurante de comida china. Por imitación, la palabra también se usa en Ecuador y en el norte de Chile (Rodríguez Pastor, 2003: 125).
[16] "Los híbridos forman semillas que tienen el uno o del otro de dos caracteres diferenciales, y de éstos la mitad vuelven a desarrollar la forma híbrida, mientras que la otra mitad produce plantas que permanecen constantes y reciben el carácter dominante o el recesivo en igual número".

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